Quien no ha sentido la tentación de escapar un día viernes de la rutina, no asistir al trabajo y largarse al starbucks mas cercano a tomar un café y no hacer nada?... claro, cuando tienes que dejar a tus hijos con la niñera la cosa se pone más difícil... te entra la culpa porque estás pasando tiempo libre y no con ellos. Pero hoy me escapé, pedí un día libre y no le conté a nadie, y pienso seguir en rebeldía hasta después del masaje craneal en un spa cercano... hoy estoy rebelde... porque necesito espacio.
Me atrapó desprevenida la maternidad, diría más bien que arrasó con mi vida anterior, y fue un tsunami increíble, y bello, intenso y no sé si quedó algo porque ahora mis espacios están llenos de otros sonidos y otra forma de ver y sentir las cosas. Ya no sólo soy yo y mis temas, ahora hay una personita pequeña que requiere mi atención, cuidado y cariños, y que parece pensar que soy perfecta y mágica. Creo que nunca había tenido tanta responsabilidad en mis manos, pero a veces me cuesta dormir, y me pregunto cómo lo hacen aquellos que tienen más de un hijo, cómo duermen por las noches si alguno se enferma... y llego a la conclusión que se resignan a no saber si saldrá todo bien y sólo esperan lo mejor. Y entonces pienso en la gente que además toma riesgos en la vida y trata de ayudar a otros, y que distinto es el valor cuando sabes que de ti depende el bienestar de otros. Cada pequeña decisión, cada gesto cobra otro valor.
Por eso hoy será para descansar y escapar un rato, y encontrar mi centro y poder volver recargada a abrazar a mi pequeña hija, y disfrutarla sin culpa porque no tendrá una mamá perfecta, pero al menos tiene una que hará su mejor esfuerzo.
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